Hace muchos años que las empresas utilizan las encuestas de satisfacción para conocer la opinión de sus clientes en relación a los productos que ofrecen.
Es una actividad que está muy bien para las empresas y para sus clientes, pues ponen en común lo que éstos demandan para seguir comprando sus productos, y las empresas recaban datos sobre lo que gusta más o menos, de cara a la mejora del producto.
Pasar esto al ámbito de lo político, como sucede en este caso, con la denominada “consulta directa” que ha enviado la Junta de Fuencarral El Pardo a la población residente o trabajadora en el distrito, considerada como “la piedra angular de la comunicación con los vecinos”, resulta clarificador de lo que entiende este Gobierno Municipal por participación de la ciudadanía.
Las asociaciones vecinales y otras entidades ciudadanas “usuarias” de los consejos territoriales y de los consejos sectoriales, las otras dos patas de la “participación ciudadana”, ya sabemos de qué va esta película. No es más que el decorado que pretende hacernos creer que el “Ayuntamiento de Madrid ha desarrollado un modelo de participación para implicar a la ciudadanía en la toma de decisiones sobre asuntos públicos de interés general”.
En la práctica, en el día a día de la ciudadanía, tanto la organizada como la que toma sus iniciativas a nivel individual, la realidad es la siguiente:
- Denegación de permiso para que las asociaciones podamos difundir nuestras actividades y posicionamientos en mesas informativas y otros actos en la calle.
- Denegación de permiso para que la ciudadanía podamos organizar mercadillos de trueque que facilitarían la vida a muchas personas.
- Denegación de permiso para transformar espacios baldíos en huertos comunitarios donde vecinos y vecinas puedan compartir sus saberes y el apoyo mutuo.
- Denegación de permiso para que la ciudadanía podamos participar en la organización de las fiestas de los barrios, dificultando además al máximo la posibilidad de tener casetas que ayudarían al mantenimiento de los locales autogestionados.
Si echamos un vistazo al “órgano permanente de participación ciudadana” denominado Consejo Territorial, nos encontramos con que, además del gran desconocimiento que la ciudadanía tiene respecto a su utilidad:
- Se interfiere en los procesos de elección de miembros con la finalidad de obtener siempre mayoría.
- No se facilita la información necesaria para que los miembros del consejo territorial puedan ejercer sus funciones
- Se mantiene una composición que prima a los vocales de los grupos políticos por encima de las entidades ciudadanas y de la ciudadanía no organizada.
- Se dificulta la participación en las cuestiones relativas al presupuesto municipal, impidiendo en la práctica que la ciudadanía decida la prioridad del gasto y las inversiones.
Y si cogemos otro de los elementos que se plantean en el “modelo de participación”, que son los consejos de participación de equipamientos, en los que supuestamente se potenciaría “la participación de las entidades sociales en el diseño y evaluación de las actividades del centro”, hace nueve años que estamos esperando que se constituyan.
Es evidente que el modelo de participación que promueve el Gobierno de la ciudad de Madrid dista mucho de tener algo que ver con la participación de la ciudadanía en la toma de decisiones sobre asuntos públicos de interés general, y en este marco, entendemos que se limite a realizar una encuesta de satisfacción a los usuarios-clientes.
El problema es que, además del engaño que supone querer pasarlo como una acción de participación ciudadana, la “consulta” ha supuesto un gasto que, a todas luces, y dada la situación de muchas vecinas y vecinos del distrito que lo están pasando francamente mal debido a los recortes realizados por la mala gestión del Ayuntamiento en la aplicación del presupuesto municipal (Madrid-río, palacio de Cibeles, tres ediciones pre-olimpiadas…), resulta innecesario.
Quizá por eso, cuando desde sectores de la ciudadanía reclamamos presupuestos participativos, en los que las vecinas y vecinos podamos tomar decisiones respecto a la prioridad de los gastos a realizar con nuestro dinero común (presupuesto municipal), no se nos quiere oír.
Es más fácil hacer una encuesta de satisfacción.
Quizá también, sea necesario que los sectores de la población de los barrios de Madrid que aún son usuarios-clientes del Ayuntamiento dejen de serlo para pasar a ser ciudadanía. Y en ese momento dejaremos de responder las encuestas de satisfacción.