La Flor

Las personas que formamos parte de la asociación vecinal, la entendemos como una herramienta al servicio de la ciudadanía de los barrios. Un espacio político ciudadano cooperativo, que promueve democracias directas, inclusivas, deliberativas y participativas, y todo ello desde la mirada de los feminismos y enfocada a poner la vida en el centro.

La Flor es un espacio político porque nuestra actividad está enfocada a mejorar nuestras vidas como personas y como vecinas y vecinos, mediante nuestra participación e implicación activa en las decisiones que nos afectan.

Y lo hacemos con herramientas de las democracias directas, porque queremos que nuestras voces se oigan más allá de las elecciones cada cuatro años.

Con herramientas de las democracias inclusivas, porque no todas las personas tienen-tenemos las mismas posibilidades, capacidades o disponibilidades para participar e implicarnos de la misma manera y en los mismos tiempos.

Con herramientas de las democracias deliberativas, porque solo hablando entre nosotras y, sobre todo, escuchándonos unas a otras, podemos llegar a comprender las motivaciones de todas, las necesidades sentidas por unas y otras, y llegar a acuerdos solidarios y equitativos.

Con herramientas de las democracias participativas, porque estas tienen en cuenta todas las anteriores, y nos ayudan a avanzar en el marco actual, abriendo más y mejores caminos en esto que llamamos democracias.

Desde las miradas feministas porque es la que a día de hoy nos asegura, no solo que nuestras prácticas vecinales no discriminen a ninguna persona sino que, además, contribuyan a disminuir hasta eliminar las desigualdades existentes entre las personas por identificarse o no con un sexo determinado, provenir de una u otra cultura, situarse en determinados status sociales o económicos, tener unas u otras capacidades…

Enfocada a poner la vida en el centro, porque aunque los procesos de sostenimiento de la vida están en la base de la actividad económica, y ésta no sería posible sin ellos, la sociedad patriarcal y capitalista en la que nos movemos, los ha dejado siempre en segundo plano, primando el capital y su acumulación frente a una economía social y solidaria.